entrevista a Eduardo
Cuadra Rodríguez
por: Carlos Ramos
Eduardo
Cuadra Rodríguez es un joven cubano que hace poco más de dos años encontró en
la orfebrería un camino por el cual transitar. Graduado de Técnico en
Construcción Civil, trabajaba como encargado de mantenimiento en una empresa
eléctrica antes de llegar al taller de ROX 950 y vincularse al Proyecto
Sociocultural “En Busca del Sol”.
Carlos
Ramos (CR): Eduardo ¿cómo y cuándo te involucras en este proyecto?
Eduardo
Cuadra Rodríguez (ECR): Yo llegué a este taller hace dos años
y medio, a través de Juan Alberto, un orfebre que por aquel entonces trabajaba
con Rosana Vargas. Fue él quien me enseñó y guió mis primeros pasos en el arte
de la orfebrería, Rosana no me dio clases directamente. Al principio me resultó
complicado, porque no tenía ni la más remota noción de este oficio, era
comenzar de cero. Poco a poco las ideas se me fueron metiendo adentro y le fui
tomando amor. En aquel momento había sólo cuatro orfebres en el taller, cada
uno con un ayudante. Yo comencé como ayudante de Juan Alberto. Lo primero que
hice fue pulir.
CR: ¿Qué
trabajo realizas ahora en el taller?
ECR: Yo
estoy al frente de un grupo de seis jóvenes orfebres, de los cuales todos están
capacitados para asumir todas las especialidades que comprende la orfebrería.
Ha resultado difícil alcanzar el nivel de organización que tenemos ahora. Yo
nunca imaginé que sería capaz de asumir una responsabilidad tan grande, pero ya
ves, a veces la vida te sorprende.
CR:
¿Has tenido que enseñar a algunos de esos jóvenes?
ECR: A
todos. Yo los enseñé a soldar, lijar, pulir… los enseñé a hacer el círculo…
Aquí llegan y reciben toda la preparación necesaria para trabajar con nosotros,
luego les damos un tiempo de prueba, a ver si tienen condiciones para quedarse.
Tristemente algunos se tienen que ir, porque no tienen aptitud o no se adaptan
al ritmo de trabajo. Pero muchos se han quedado y ahora son trabajadores fijos
del taller. Eso es algo que me llena de orgullo, porque cuando alguien les
pregunte quién fue su maestro en este oficio, van a decir mi nombre.
CR: ¿Cómo
imaginas que será este taller en el futuro?
ECR: Un
local grande, que además del espacio para la producción pueda tener aulas, y
muchos estudiantes aprendiendo el oficio. A mí gustaría, además de trabajar en
la producción, enseñar a esos estudiantes. Yo sueño con tener diez ayudantes,
todos trabajando a la par mía.
CR: A
tu modo de ver ¿qué cualidades hay que tener para ser un buen orfebre?
ECR: Tiene
que gustarle. Tener interés, y sobre todo curiosidad. La curiosidad es
imprescindible en este oficio.
CR: ¿Te
gustaría que tu hijo fuera orfebre también?
ECR: Sí,
orfebre. Pero él quiere ser pintor.
CR: ¿Cómo
valoras a estos muchachos que trabajan contigo aquí en el taller?
ECR: Los
admiro mucho, porque a pesar de ser tan jóvenes tienen mucho interés y mucha
disciplina. Aquí pasamos tanto tiempo juntos que ya uno llega a ver a sus
compañeros como una parte de la familia.
CR: La
experiencia de trabajar en este taller e integrarte al proyecto “En Busca del
Sol” ¿ha representado un cambio en tu vida?
ECR: Sí,
completamente. Yo antes andaba a lo loco, era muy tomador, andaba metido en
problemas… tuve problemas muchas veces con la policía. Yo vendía cemento, vendía
refresco gaseado sin patente… y muchas veces me pusieron multas de miles de
pesos. Andaba siempre tomando y haciéndole “la vida un yogurt” a mi esposa.
Desde que comencé aquí, este taller me ha hecho cambiar, me he dedicado por
entero a la orfebrería y nunca más he tenido problemas. Ya no bebo como antes,
y mi esposa está feliz con esta transformación. Y le doy gracias a Dios por
eso.
CR: ¿Cuál
la mayor gratificación que te ha dado este trabajo?
ECR: Muchas.
El hecho de ver a estos muchachos a los que enseñé trabajando como hoy lo
hacen. Los premios y reconocimientos que ha alcanzado nuestra marca. Pero la
mayor de todas es mi casa.
CR: ¿En
qué sentido?
ECR: Gracias
a este trabajo he podido construir mi casa. Ya sólo me falta fundir la placa.
Tú sabes que en este país es muy complicado construir, y en los trabajos que
tuve antes el salario no era suficiente para permitirme hacer lo que he podido
hacer aquí: construir mi casa y la de mi familia.
CR:
¿Qué planes tienes para el futuro?
ECR:
Seguir trabajando aquí por muchos, muchos años. Tener muchos hijos… Y casarme
cinco veces más.
Eduardo se ríe y, junto con él, los jóvenes que
trabajan bajo sus instrucciones. Me despiden sin dejar de trabajar, pero el
calor de su despedida me hace sentir parte de este sueño realizado que es el
taller de ROX 950 y su Proyecto Sociocultural “En Busca del Sol”, me hace
querer ser parte de esa bella “familia”. Al salir, los ruidos del taller
mezclados con las risas de Eduardo y sus compañeros continúan vibrando en mis
oídos. Hay algo de sublime en todo esto, porque lo sublime, según Kant,
conmueve; y yo me voy conmovido ante la nobleza de este proyecto que a tantos
muchachos de mi misma edad les ha cambiado para bien la vida. Y no sé por qué,
me vienen a la mente escenas del libro “Corazón”, y pienso en la esposa y en el
hijo de Eduardo, que pronto tendrán su casa terminada. Y soy feliz por ellos, y
por todos estos jóvenes de mi generación que han encontrado en pequeños
negocios privados o en proyectos como este, una razón para sacar lo mejor de sí
mismos y no perder la capacidad de soñar.
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