miércoles, 27 de abril de 2016

UN OFICIO, UNA FAMILIA… Y UNA CASA

entrevista a Eduardo Cuadra Rodríguez 



por: Carlos Ramos

Eduardo Cuadra Rodríguez es un joven cubano que hace poco más de dos años encontró en la orfebrería un camino por el cual transitar. Graduado de Técnico en Construcción Civil, trabajaba como encargado de mantenimiento en una empresa eléctrica antes de llegar al taller de ROX 950 y vincularse al Proyecto Sociocultural “En Busca del Sol”.

Carlos Ramos (CR): Eduardo ¿cómo y cuándo te involucras en este proyecto?
Eduardo Cuadra Rodríguez (ECR): Yo llegué a este taller hace dos años y medio, a través de Juan Alberto, un orfebre que por aquel entonces trabajaba con Rosana Vargas. Fue él quien me enseñó y guió mis primeros pasos en el arte de la orfebrería, Rosana no me dio clases directamente. Al principio me resultó complicado, porque no tenía ni la más remota noción de este oficio, era comenzar de cero. Poco a poco las ideas se me fueron metiendo adentro y le fui tomando amor. En aquel momento había sólo cuatro orfebres en el taller, cada uno con un ayudante. Yo comencé como ayudante de Juan Alberto. Lo primero que hice fue pulir.
CR: ¿Qué trabajo realizas ahora en el taller?
ECR: Yo estoy al frente de un grupo de seis jóvenes orfebres, de los cuales todos están capacitados para asumir todas las especialidades que comprende la orfebrería. Ha resultado difícil alcanzar el nivel de organización que tenemos ahora. Yo nunca imaginé que sería capaz de asumir una responsabilidad tan grande, pero ya ves, a veces la vida te sorprende.
CR: ¿Has tenido que enseñar a algunos de esos jóvenes?
ECR: A todos. Yo los enseñé a soldar, lijar, pulir… los enseñé a hacer el círculo… Aquí llegan y reciben toda la preparación necesaria para trabajar con nosotros, luego les damos un tiempo de prueba, a ver si tienen condiciones para quedarse. Tristemente algunos se tienen que ir, porque no tienen aptitud o no se adaptan al ritmo de trabajo. Pero muchos se han quedado y ahora son trabajadores fijos del taller. Eso es algo que me llena de orgullo, porque cuando alguien les pregunte quién fue su maestro en este oficio, van a decir mi nombre.
CR: ¿Cómo imaginas que será este taller en el futuro?
ECR: Un local grande, que además del espacio para la producción pueda tener aulas, y muchos estudiantes aprendiendo el oficio. A mí gustaría, además de trabajar en la producción, enseñar a esos estudiantes. Yo sueño con tener diez ayudantes, todos trabajando a la par mía.
CR: A tu modo de ver ¿qué cualidades hay que tener para ser un buen orfebre?
ECR: Tiene que gustarle. Tener interés, y sobre todo curiosidad. La curiosidad es imprescindible en este oficio.
CR: ¿Te gustaría que tu hijo fuera orfebre también?
ECR: Sí, orfebre. Pero él quiere ser pintor.
CR: ¿Cómo valoras a estos muchachos que trabajan contigo aquí en el taller?
ECR: Los admiro mucho, porque a pesar de ser tan jóvenes tienen mucho interés y mucha disciplina. Aquí pasamos tanto tiempo juntos que ya uno llega a ver a sus compañeros como una parte de la familia.
CR: La experiencia de trabajar en este taller e integrarte al proyecto “En Busca del Sol” ¿ha representado un cambio en tu vida?
ECR: Sí, completamente. Yo antes andaba a lo loco, era muy tomador, andaba metido en problemas… tuve problemas muchas veces con la policía. Yo vendía cemento, vendía refresco gaseado sin patente… y muchas veces me pusieron multas de miles de pesos. Andaba siempre tomando y haciéndole “la vida un yogurt” a mi esposa. Desde que comencé aquí, este taller me ha hecho cambiar, me he dedicado por entero a la orfebrería y nunca más he tenido problemas. Ya no bebo como antes, y mi esposa está feliz con esta transformación. Y le doy gracias a Dios por eso.
CR: ¿Cuál la mayor gratificación que te ha dado este trabajo?
ECR: Muchas. El hecho de ver a estos muchachos a los que enseñé trabajando como hoy lo hacen. Los premios y reconocimientos que ha alcanzado nuestra marca. Pero la mayor de todas es mi casa.
CR: ¿En qué sentido?
ECR: Gracias a este trabajo he podido construir mi casa. Ya sólo me falta fundir la placa. Tú sabes que en este país es muy complicado construir, y en los trabajos que tuve antes el salario no era suficiente para permitirme hacer lo que he podido hacer aquí: construir mi casa y la de mi familia.
CR: ¿Qué planes tienes para el futuro?
ECR: Seguir trabajando aquí por muchos, muchos años. Tener muchos hijos… Y casarme cinco veces más.



Eduardo se ríe y, junto con él, los jóvenes que trabajan bajo sus instrucciones. Me despiden sin dejar de trabajar, pero el calor de su despedida me hace sentir parte de este sueño realizado que es el taller de ROX 950 y su Proyecto Sociocultural “En Busca del Sol”, me hace querer ser parte de esa bella “familia”. Al salir, los ruidos del taller mezclados con las risas de Eduardo y sus compañeros continúan vibrando en mis oídos. Hay algo de sublime en todo esto, porque lo sublime, según Kant, conmueve; y yo me voy conmovido ante la nobleza de este proyecto que a tantos muchachos de mi misma edad les ha cambiado para bien la vida. Y no sé por qué, me vienen a la mente escenas del libro “Corazón”, y pienso en la esposa y en el hijo de Eduardo, que pronto tendrán su casa terminada. Y soy feliz por ellos, y por todos estos jóvenes de mi generación que han encontrado en pequeños negocios privados o en proyectos como este, una razón para sacar lo mejor de sí mismos y no perder la capacidad de soñar. 


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