Foto tomada de Internet
Éramos niños felices. Los colores eran antes más intensos. Un viajecito a cualquier campo era una gran aventura. Y la playa era un milagro.
Éramos niños felices. Los colores eran antes más intensos. Un viajecito a cualquier campo era una gran aventura. Y la playa era un milagro.
La primera vez que mi
abuela me llevó a montar en guagua, fue en la guagua local, que recorría
nuestra pequeña ciudad de Este a Oeste. ¡Todo parecía tan grande!
Un día llegamos a conocer
de memoria todos los recovecos de nuestros campos. Nos percatamos de que
nuestra playa no era en realidad perfecta, minada siempre de algas. Y conocimos
otras ciudades y entendimos que la nuestra, en efecto, era bastante pequeña. La
guagua local dejó de funcionar, por vieja o porque fue necesaria para cubrir
otras rutas. Y como ella, dejaron de funcionar muchas otras cosas.
Y cada uno fue tomando el
primer camino posible para escapar de la miseria, de la falta de oportunidades.
Unos lanzándose al mar. Otros por medio de matrimonios – casi siempre sin amor –
que significaban una visa hacia el porvenir, hacia la libertad. Otros cruzando
ríos, selvas, atravesando desiertos… Atravesando soledades. Cientos de ellos no
consiguieron llegar a ninguna parte, devorados por el mar, por el río, por la
selva… Y nos fuimos convirtiendo en una generación diseminada por todos los
rincones del planeta. Por eso, sin importar cuánto éxito nos haya deparado ese
futuro que salimos a buscar, todos nos sentimos en cierto modo incompletos. Nos
faltan esas personas junto a las cuales crecimos, esos amigos de la infancia,
con los cuales compartíamos un pedazo de pan con azúcar o un baño bajo aguacero
por las calles enfangadas de nuestra pobre ciudad. Los compañeros de estudio.
Los vecinos que nos vieron crecer. Los árboles del parque, y hasta ese charco
de la esquina que tantas veces quisimos borrar de nuestro paisaje.
Y en cuanto a los que se quedaron, esos para
los que no se abrió ningún posible camino, no han corrido mejor suerte. También
les falta algo: nosotros, sus amigos, sus compañeros de aula. Los que no nos
resignamos a un futuro incierto y tenue y salimos persiguiendo aquella
estrella, que se ha tornado lejana. Mucho más de lo que ellos pudieran
imaginar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario